Lampedusa. Maylis de Kerangal

Una cocina, de noche. La única lámpara encendida forma sobre el mantel un cono de luz dorada materializado por las partículas en suspensión; una vez apagada la bombilla, dudo siempre que hayan existido.

Lampedusa de Maylis de Kerangal, es un relato breve, que condensa en sesenta y cuatro páginas el concepto moderno de Lampedusa, una pequeña isla del Mediterráneo. Son las doce de la noche a punto de comenzar un nuevo día mientras todo el mundo duerme frente a un periódico y un café la protagonista oye el noticiario por la radio. No es el momento veloz de nuestras sociedades aceleradas que se informan por internet, es la pausa lenta de una noche sin fin en la que evoca en un flash Burt Lancaster, es don Fabrizio príncipe Salina en el Gatopardo de Luchino Visconti que en el pasado fue de Giuseppe Tomasi di Lampedusa. El fotograma ha condenado al olvido a la pluma, porque perder días frente al texto si dos horas ¿ nos ofrecen lo mismo o más ?.

Concentro y organizo la información que se dispara en las ondas, enseguida las satura, la estiro en una sola frase: un barco procedente de Libia, cargado con más de quinientos emigrantes, ha naufragado esta mañana a menos de dos kilómetros de la costa de la isla de Lampedusa: se calculan unas trescientas víctimas.

Y es que, es el momento de cambiar todo para que nada cambie. Sufro mi propio flash al leer este texto, no es Lancaster ni guerras de tronos, yo transformo don Calogero en don Caló y regreso a mis paseos por Palermo, redescubro Sicilia en el recuerdo también con una visión cinematográfica. No es Visconti, es Pif y su mafia que solo mata en verano.

en este punto de la noche, la luz del día se cuela por la ventana y decolora el cielo en la calle, la cocina se ilumina. Supe que Lampedusa era el  nombre de una isla hará unos veinte años, cuando las primeras llegadas de emigrantes a su puerto y los primeros naufragios por la zona. Por aquel entonces, ese nombre era para mí el de Burt Lancaster, el de un príncipe, el de un mundo que se viene abajo, el de un escritor, el del mes de agosto, el de un niño.

Cuando concluye el breve texto intento encontrar la poesía que sutilmente nos sugieren en contraportada destila el libro, o la escritura documentada, o el texto definitivo sobre la crisis de los emigrantes. Pero no he sido capaz de encontrar ni poesía ni documentación ni alma de emigrantes, pienso en una segunda oportunidad y a pesar de la brevedad del libro no me siento capaz. "De pronto una voz como una bola de fuego clama en" mi mente " vergogna, vergogna!". Soy consciente de ella, pero naufraga cubierta con una ola de compasión por los árboles talados para la impresión del texto. Pero si, ahora en la reivindicación de ser políticamente incorrecto confieso, han sido sesenta y cuatro páginas aburridas. Errare humanum est. Y no soy divina.

Lampedusa
Maylis de Kerangal
Anagrama. 2016.
64 pág.

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