La muerte es una vieja historia. Hernán Rivera Letelier

La joven llegó al cementerio a las tres de la tarde. Le debía una manda a Elvirita Guillén. Iba a su gruta. Vestía una blusa de mangas cortas, minifalda de mezclilla y sandalias en la misma tonalidad. Era martes 27 de diciembre, y a esa hora el cementerio se hallaba casi desierto. Hacía calor, mucho calor, y el olor de las flores marchitas parecía acentuarlo.

Estamos en Antofagasta, Chile, y la novela arranca con una escena descarnada pero no ajena a la vida real. No es un preludio de una novela tortuosa sino la presentación de un hecho que nos va a llevar en un relato fluido y clásico de novela negra con un detective y su ayudante, a una sociedad cuyo epicentro es la vida de la minería, y a una ciudad que se siente.

El estilo clásico de la novela es un éxito porque con elementos tan manidos consigue recrear un relato lineal pero poliédrico en el que avanza la búsqueda del asesino a través del descubrimiento de la ciudad, sus barrios y sus habitantes. Un detective perdido en su presente y con futuro desconocido con dos mascotas: John y Yoko, dos jotes pampinos; reyes del basural, gárgolas hieráticas de la ciudad. Se acompaña de la hermana Tegualda que le encarga un trabajo de investigación en el que su participación cada vez es mayor.

Tiene razón, hermana- dijo el Tira Gutiérrez-. Como le temen a las palabras esa tracalada de buenos para nada. No creo que usted se acuerde, es muy joven, pero en tiempo de la dictadura- perdón, Gobierno militar-, para ellos no hubo golpe sino pronunciamiento, no hubo torturas sino apremios ilegítimos, no hubo desaparecidos sino gente no habida. Y ahora en el país ya no hay crisis sino crecimiento negativo, no hay cesantes sino desvinculados, no hay vagabundos sino personas en situaciones de calle. Y si nos vamos al mundo en general veremos que ya no hay guerras sino intervenciones militares, no hay ataques sin provocación sino ataques preventivos, no hay muertos inocentes sino daños colaterales, no hay cárceles ilegales sino zonas de confinamientos, etcétera...

Este es el relato, una denuncia continua de una sociedad desigual, dura y descarnada que lleva a sus habitantes al límite dominados por la injusticia. Tira Gutiérrez, exminero de la pampa emigrado y la hermana Tegualda, religiosa evangelista, buscan justicia, ajena y propia en este caso. Es la primera y exitosa incursión en la novela negra del autor. Enhorabuena.




La muerte es un vieja historia
Hernán Rivera Letelier
Alfaguara. 2017
192 pág

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