Pagodas de oro. Pierre Loti

En el alta mar, muy de mañana, en las brumas del Irauadi, ante las bocas del gran río, en medio del remolino de gaviotas. Partidos hace tres días de Calcuta, debemos de estar ya casi en Birmania, aunque todavía no vemos nada de ella. El agua, tan azul ayer, cuando atravesábamos el golfo de Bengala, se ha vuelto rubia y no tiene ya límites bajo esa bruma color de perla que enseguida se confunde con ella.

Pierre Loti peregrina a la pagoda más sagrada de Birmania, la gran pagoda dorada de Rangún que se alza en una colina envuelta en un bosque de palmeras. Asciende a los templos entre fieles que llevan sus ofrendas florales a los budas, y queda sorprendido por la belleza de las birmanas y sus velos multicolor de seda. Prendido y seducido por la belleza de la naturaleza que ofrece un marco excepcional a los hombres para adorar a sus dioses, se muestra perezoso y remolonea antes de decirse a volver a la fealdad de la ciudad.

Oro por todas partes; aquí al lado y a lo lejos, oro que constrasta con oro.

En los templos todo es intenso, las flores perfuman el aire, la naturaleza se desborda en vida y color, y los budas sonríen enigmáticamente. En un lado hay espacio para los desheredados de la sociedad que acuden a pedir limosna apartados por su condición de leprosos pero testigos de la condición humana. Rangun se apodera del autor que cree vivir un sueño del que no quiere despertar.

Al final de mi última vuelta, antes de bajar definitivamente, me detengo en el umbral y me vuelvo para mirar. Estas pagodas de Rangún son una de las maravillas que al pasar por la tierra hay que haber visto.

He de confesar que descubrí a Pierre Loti durante una visita a Turquía y la visita imprescindible del café Pierre Loti en Estambul que me sedujo por su vista e inolvidable panorama. Casualmente rebuscando entre libros me reencontré con él a través de Pagodas de oro y al evocar su visita a Rangun descrita tan intensamente volví a sentir la magia de un paisaje único.
Pierre Loti nació en 1850 en Francia, oficial naval y viajero rindió homenaje en sus novelas a los lugares mágicos que visitó: Constantinopla (Estambul), Tahití, Senegal, Vietnam, India...
Pagodas de oro ride homenaje a Birmania, concebido como un alfombra mágica que nos transporta con todos nuestros sentidos a un mundo a punto de desaparecer. La edición de Terra Incognita acompañada por fotos y grabados antiguos nos permite vivir esos momentos viajeros con plena intensidad.


Pagodas de oro.
Pierre Loti.
Terra Incognita. 2001.
56 pág.

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