Heridas abiertas. Gillian Flynn

Llevaba un suéter nuevo, de color ardiente, espantoso. Era el 12 de mayo, pero la temperatura había bajado hasta los cinco o seis grados, y después de pasarme cuatro días tiritando en mangas de camisa, decidí comprarme algo de abrigo en una tienda de segunda mano en lugar de hurgar entre las cajas de ropa de invierno. Primavera en Chicago.
Estaba sentada en mi cubículo con las paredes forradas de arpillera, la mirada fija en el ordenador. mi artículo de aquel día trataba sobre la vertiente torpe del mal: habían encontrado a cuatro niños, de edades comprendidas entre los dos y los seis años, encerrados en una habitación del South Side con un par de bocadillos de atún y un litro de leche. Llevaban allí tres días, moviéndose nerviosos de un lado a otro como polluelos en un corral, picoteando entre las migajas de comida y las heces de la moqueta.

En esta ocasión gracias a una recomendación, paso de la serie de televisión al libro con temor. En primer lugar porque las recomendaciones de series casi nunca son fructíferas especialmente tras el "cansinerio" monopolístico de GOT. En segundo lugar porque pasar de la pequeña pantalla al libro implica el descenso y ascenso de la fosa mariana con parada en el infierno de Dante. Con motivo del tren de alta velocidad en el que vivimos localizo el libro antes en biblioteca digital y por cosas del caos tecnológico que vivimos lo leo en pantalla con retroiluminación rompiendo pautas de conducta como una versión light de la protagonista.

Heridas abiertas es una novela en torno a una familia desestructurada, un comunidad polarizada y un asesino en serie. Camille, periodista criminal regresa a su ciudad de nacimiento encargada de investigar el asesinato de una niña con el objetivo de conseguir un gran reportaje. El retorno a su casa va a suponer un enfrentamiento familiar y personal en el que revivirá sus peores momentos mientras investiga el asesinato de otra niña. Camille se refugia en la bebida para atenuar las palpitaciones que las múltiples escoriaciones de su cuerpo le recuerdan los impulsos de autolesión contra los que todavía lucha. Son pulsiones reflejo de una infancia tortuosa que alcanza una madurez desdichada que la aboca a una lucha continua contra si misma. En paralelo asistimos al descubrimiento del asesino y a una nueva caída en los infiernos de la protagonista de la mano de su familia. Suspense asegurado.


A las mujeres las consume la enfermedad. No es de extrañar, teniendo en cuenta la gran cantidad de tránsito interno que soporta el cuerpo de una mujer. Tampones y espéculos. Pollas, dedos, vibradores y mś cosas entre las piernas, por detrás, en la boca. A los hombres les encanta meter cosas dentro de las mujeres, ¿no es así? Pepinos, plátanos y botellas, un collar de perlas, un rotulador, un puño. una vez un tío quiso meterme un walkie-talkie. Yo me negué.

La serie consigue mantener el ritmo de suspense y agresividad emocional que plantea el libro magistralmente, especialmente si tenemos en cuenta que es la obra prima de Gillian Flynn. Una exitosa incursión en el mundo de la literatura que dará pie a nuevas novelas de suspense e intriga.
La novela está bien estructurada y excelentemente ambientada de tal forma que el entorno y los objetos se convierten en un personaje más y se relaciona de forma traumática con sus habitantes.


Heridas abiertas
Gillian Flynn
Random House. 2014
312 pág.

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