La chica que vivió dos veces. David Lagercrantz

"Este verano apareció un nuevo mendigo en el barrio. Nadie sabía cómo se llamaba, cosa que tampoco importaba a nadie, aunque una joven pareja que pasaba todas las mañanas frente a él lo apodaba "el enano loco", lo cual no era del todo justo. El hombre no era un enano en un sentido estricto. Medía un  metro cincuenta y cuatro y tenía una constitución proporcionada. Sí era cierto, sin embargo, que se trataba de un enfermo mental, por lo que a veces le daban arrebatos y se levantaba de un salto para agarrar cualquier transeúnte mientras hablaba de forma ininteligible."

Todo empezó con Los hombres que no amaban a las mujeres de Stieg Larsson, parecía que tras los juegos infantiles de Dan Brown aparecía una novela de lectura ágil con tramas complejas, análisis psicológicos, denuncia social y comprometidas con la sociedad. Nace Lisbeth Salander y descubrimos como las secuelas del orden nacionalsocialista alemán perduran en Suecia, cayendo el mito de las perfectas sociedades nórdicas. Es ficción, pero no se deja de denunciar una serie de abusos e influencias internacionales que la realidad ha escalado. La chica que soñaba con un cerilla y un bidón de gasolina confirma la calidad de trama y escritura de Stieg Larsson, si nos habíamos encontrado un personaje femenino fuerte en esta novela sigue explorando el entramado social que constriñe a la mitad de la población, y en La reina en el palacio de las corrientes de aire, todo el mundo da su aprobación: un bestseller que es buena literatura.

Sin embargo, el autor fallece, el manuscrito de su cuarto libro de la saga Millenium queda inconcluso, llega a juicio la custodia no literaria sino de derechos económicos. Y puesto que siempre hay beneficios hay solución, la editorial encarga a David Lagercrantz la continuación de la saga: Lo que no te mata te hace más fuerte, El hombre que perseguía su sombra y La chica que vivió dos veces. Desaparece el genio, aparece la oportunidad comercial, consigue el aprobado y anuncian el fin de esta segunda trilogía que cada vez desciende penosamente el Everest sin oxígeno.

"Hay un montón de palabras bonitas para la mayoría de las cosas de esta vida -continuó el hombre-. Quizá, sobre todo, para el amor, ¿verdad? Imagino que habrás leído a Keats, y a Byron, y a todos ésos cuando eras joven, y supongo que estarás de acuerdo conmigo en que captaban el sentimiento amoroso bastante bien. Pero el dolor sin fondo, Mikael, no tiene palabras. Nadie ha sido capaz de describirlo, ni siquiera los más grandes artistas, y es ahí adonde vamos, Mikael. A lo que no tiene palabras."

La chica que vivió dos veces, no tiene rastro del pensamiento social del creador de la saga, es una mera heredera de un proyecto editorial rentable, muy rentable. Se queda en meros clichés con perfiles psicológicos de revista de autoayuda y sin embargo llega al aprobado. Porque consigue una lectura rápida, sencilla y amena en una trama simplificada respecto al origen. Pero rica en detalles, aunque tratados superficiales, que nos llevan desde la desinformación a las actividades gubernamentomafiosas de Rusia pasando por un prolijo e innecesario homenaje a la lectura de Mi gran familia europa (según estaba leyendo me esperaba aparecer un plantemiento a lo Yuval Noah, aunque quedará para el siguiente).

En definitiva, aceptable sucesor en la continuación de una saga con mucho nivel, que aunque anuncia su conclusión me temo que nos volveremos a ver: mientras haya beneficios hay acuerdo.



La chica que vivió dos veces
David Lagercrantz
Destino. 2019
579 pág.
ISBN  978-84-233-5606-5

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