En aquella época no sonaba a menudo el timbre de la puerta, y si lo hacía yo me retiraba al interior de la casa. Sólo ante una llamada insistente me arrastraba por la moqueta y recorría el camino hasta la puerta principal con su mirilla. Estábamos bien provistos de pestillos y contraventanas, cerrojos, pasadores y cadenas de seguridad, y las ventanas eran altas y enrejadas. Vi por la mirilla a un hombre desconcertado con un traje gris plata arrugado: treinta y tantos, asiático. Se había apartado de la puerta y miraba a su alrededor, la puerta cerrada y trancada de enfrente y las polvorientas escaleras de mármol arriba. Tanteó en los bolsillos, sacó un pañuelo hecho una bola y se frotó la cara. Parecía tan agobiado que el sudor podría haber sido lágrimas. Abrí la puerta.
Como colección de relatos presidida por El asesinato de Margaret Thatcher, Hilary Mantel nos ofrece un amplio recorrido geográfico y etnológico. El primer relato, Perdone la molestia, nos transporta a un país de carácter desértico especialmente en derechos de las mujeres y su protagonista se enfrenta a un aprendizaje social de comportamiento en el que las numerosas normas no escritas y la categorización social son tan molestas como las cucarachas de la ducha. El segundo relato, La coma, nos traslada a la infancia de dos niñas explorando los misterios vecinales, y si después de dos relatos no ha conseguido atraparme la lectura pues cunde el desánimo.
Él tenía cuarenta y cinco cuando su matrimonio terminó, sin remisión, un cálido día de otoño, el último del tiempo de las barbacoas. Nada de aquel día lo planeó él, nada se lo propuso él, aunque más tarde podías ver que todos los elementos del desastre estaban en su sitio.
En su haber reconozco un estilo ágil, trabajado y equilibrado que fluye con sutileza, captando los detalles y llevándonos a un terreno trabajado por descripciones precisas. Como colección de relatos he de reconocer una amplia variedad en el tratamiento de personajes, situaciones, espacios tanto geográficos como temporales, es decir, cumple los requisitos para ser una lectura de calidad. Y lo es. Pero...
He de confesar el típico no eres tú, soy yo. Por una parte no me gusta el ritmo del relato corto, ni consigue alcanzar un nivel de desarrollo tan amplio como permite una novela ni una profundidad psicológica en el desarrollo de los personajes. Por otra parte la variación en las historias con tantas incógnitas me impiden apreciar satisfactoriamente un relato cuando ya debes embarcarte en el siguiente. Así que a ver si soy capaz de terminar el tercer relato...
Él tenía cuarenta y cinco cuando su matrimonio terminó, sin remisión, un cálido día de otoño, el último del tiempo de las barbacoas. Nada de aquel día lo planeó él, nada se lo propuso él, aunque más tarde podías ver que todos los elementos del desastre estaban en su sitio.
En su haber reconozco un estilo ágil, trabajado y equilibrado que fluye con sutileza, captando los detalles y llevándonos a un terreno trabajado por descripciones precisas. Como colección de relatos he de reconocer una amplia variedad en el tratamiento de personajes, situaciones, espacios tanto geográficos como temporales, es decir, cumple los requisitos para ser una lectura de calidad. Y lo es. Pero...
He de confesar el típico no eres tú, soy yo. Por una parte no me gusta el ritmo del relato corto, ni consigue alcanzar un nivel de desarrollo tan amplio como permite una novela ni una profundidad psicológica en el desarrollo de los personajes. Por otra parte la variación en las historias con tantas incógnitas me impiden apreciar satisfactoriamente un relato cuando ya debes embarcarte en el siguiente. Así que a ver si soy capaz de terminar el tercer relato...
El asesinato de Margaret Thatcher.
Hilary Mantel
Destino. 2015
256 pág.
ISBN 978-84-233-4887-9
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