Diríase que Dios quiso darme todas las cosas que se puden desear de este mundo, para luego quitármelas una a una, hasta dejarme sólo los recuerdos. El más fuerte de todos, el de los muertos. La muerte siempre me aterró y aunque siempre intenté huir de ella, topó conmigo desde muy joven.
Eugenia de Montijo, noble española, esposa de Napoleón III y emperatriz de Francia es evocada en esta novela histórica de tintes románticos desde su infancia hasta su fallecimiento.
María Eugenia Palafox Portocarrero y Kirkpatrick, condesa de Teba, conocida como Eugenia de Montijo nació en Granada y tras vivir en Madrid estableció su residencia en París donde conocería a Luis Napoleón con quien se casaría conviertiéndose en emperatriz consorte de Francia. La pareja real gobernaría en un momento de conflicto presidido por guerra intermitente, atentados y tensiones políticas en las que la emperatriz fue regente en varias ocasiones. Su hijo Luis Napoleón destinado a heredar el trono, vió defraudada tal posibilidad ante la revolución tras la derrota en la guerra con Alemania, por lo que se verán forzados a marchar al exilio en Inglaterra acogidos por la reina Victoria. Luis Napoleón se formará en la academia militar y se presentará voluntario en la guerra anglo-zulu, donde fallecerá al caer del caballo durante una retirada en una emboscada zulú.
Eugenia de Montijo, viuda y huérfana, tras perder a su hijo reside durante su largo exilio en Inglaterra, Francia y España, próxima a sus sobrinas hijas de su hermana Paca convertida en duquesa de Alba por matrimonio. En una de estas visitas familiares en el palacio de Liria de Madrid fallecerá en 1920 a los 94 años de edad.
En esta ocasión la recreación de la vida de la emperatriz es un relato salpicado con leves detalles históricos en los que prima una empalagosa recreación romántica de piropos, amores, desencantos, infidelidades y sentimentalismo que nos oculta el personaje, pero consigue una lectura fluida de gusto sentimental.
María Eugenia Palafox Portocarrero y Kirkpatrick, condesa de Teba, conocida como Eugenia de Montijo nació en Granada y tras vivir en Madrid estableció su residencia en París donde conocería a Luis Napoleón con quien se casaría conviertiéndose en emperatriz consorte de Francia. La pareja real gobernaría en un momento de conflicto presidido por guerra intermitente, atentados y tensiones políticas en las que la emperatriz fue regente en varias ocasiones. Su hijo Luis Napoleón destinado a heredar el trono, vió defraudada tal posibilidad ante la revolución tras la derrota en la guerra con Alemania, por lo que se verán forzados a marchar al exilio en Inglaterra acogidos por la reina Victoria. Luis Napoleón se formará en la academia militar y se presentará voluntario en la guerra anglo-zulu, donde fallecerá al caer del caballo durante una retirada en una emboscada zulú.
Eugenia de Montijo, viuda y huérfana, tras perder a su hijo reside durante su largo exilio en Inglaterra, Francia y España, próxima a sus sobrinas hijas de su hermana Paca convertida en duquesa de Alba por matrimonio. En una de estas visitas familiares en el palacio de Liria de Madrid fallecerá en 1920 a los 94 años de edad.
Se
había convertido en un auténtico crápula. Había intentado comportarme
como una mujer nacida en una familia real. Aprendí a llevar sus devaneos
con resignación. Pero esto pasaba de rosca.
Intenté evadirme defendiendo a las sufragistas y volcándome aún más en las obras de caridad.
Eugenia de Montijo
Almudena de Arteaga
Martinez Roca. 2000
226 pág. 2000
ISBN 978-84- 27025950
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