Se cerraron mis ojos. Patrick Bard

A veces me pregunto si no estaré muerta. Pero no, estoy viva, y el bebé que se agita en mi vientre está ahí para recordármelo. Estoy viva, y Redouane está muerto. Por la ventana percibo el jardín de nuestro chalé, con sus geranios, su césped bien cortado y su parterre de rosales marchitos. Nuestra casa parece confundirse con la de los vecinos de la derecha y con la de los vecinos de la izquierda. Suerte que hay números en la puertas para encontrar la de cada uno.
Contemplo este cuarto irreal. Las zonas más claras de las paredes son donde estaban los pósteres de Beyoncé que arrancó una adolescente a la que ya ni reconozco.
Tengo ganas de salir. Pero ya no me dejan. Salvo para fichar, por la mañana, a mediodía y por la tarde.

Maëlle es una adolescente francesa que despierta a la vida con el deseo de cambiar el mundo, está preocupada por las guerras, el medio ambiente, la desigualdad, la pobreza... A sus dieciséis años los estudios no la interesan ni tampoco el equipo de balonmano en el que participaba con entusiasmo. Ahora quiere que la llamen Ayat.
Su madre, su hermana pequeña, su padre, sus amigas, su novio, su profesor asisten a este cambio desde distintas perspectivas. Sin embargo, ninguno es capaz de darse cuenta de la profundidad que alcanza esta transformación que la lleva a escaparse de casa y viajar a Siria. Sus sueños de cooperante, de convertirse en médica para ayudar a los niños y heridos, quedan abandonados. Ayat, confusa, ha cerrado los ojos a la realidad y solo presta atención a los mensajes de las redes sociales que crean una red en la que se verá atrapada.

Total, si todo estaba podrido. Todo era así para que consumiésemos y punto. En el colegio también nos mentían, tan solo nos preparaban para la sumisión. Dejaron de importarme las zapatillas de doscientos euros. Quité los pósteres de la serie Crónicas vampíricas de las paredes de mi habitación. Comprendí que nos estaban tomando el pelo, que mis zapas las habían fabricado menores en los barrios chabolistas de Pakistán y que los colorantes y todas las porquerías químicas que se utilizan para hacerlos envenenan a los niños y se cargan los ríos de aquel país.

Patrick Bard, fotoperiodista y escritor, nos confiesa al final del libro los motivos que le llevaron a escribir esta historia. En enero de 2015, la misma semana que pierde un amigo en el ataque a la redacción de Charlie Hebdo, descubre que el hijo de una conocida se había marchado a Siria para participar en la yihad. Aceptar en un momento tan confuso hechos tan concretos es especialmente difícil cuando los telediarios desgranan constantemente nuevos atentados, imágenes de conflictos y de refugiados. Es muy complicado encontrar el equilibrio y el sosiego necesario para analizar la información desde distintos puntos de vista y desarrollar una opinión propia. Patrick Bard ha encontrado la suya, plena en realismo y esperanza, y ha decidido compartirla con los demás a través de Se cerraron mis ojos, y en especial dar a conocer este mensaje a los jóvenes de hoy en día.

Este relato es una opinión más, un punto de vista que recoge no solo el conflicto, la desinformación y las múltiples contradicciones de la sociedad en torno a la desigualdad sino también las tensiones que las familias abordan en estas caóticas sociedades. Por este motivo se convierte en una lectura esencial no solo para jóvenes sino para familias, educadores y adultos.



Se cerraron mis ojos
Patrick Bard
Kalandraka. 2018
166 pág.
ISBN  978-84-16721-33-7

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