Insolación. Emilia Pardo Bazán

La primer señal por donde Asís Taboada se hizo cargo de que había salido de los limbos del sueño, fue un dolor como si le barrenasen las sienes de parte a parte con un barreno finísimo; luego le pareció que las raíces del pelo se le convertían en millares de puntas de aguja y se le clavaban en el cráneo. También notó que la boca estaba pegajosita, amarga y seca; la lengua, hecha un pedazo de esparto; las mejillas ardían; latían desaforadamente las arterias; y el cuerpo declaraba a gritos que, si era ya hora muy razonable de saltar de cama, no estaba él para valentías tales.
Suspiró la señora; dio una vuelta, convenciéndose de que tenía molidísimos los huesos; alcanzó el cordón de la campanilla, y tiró con garbo. Entró la doncella, pisando quedo, y entreabrió las maderas del cuarto-tocador. Una flecha de luz se coló en la alcoba, y Asís exclamó con voz ronca y debilitada:
-Menos abierto... Muy poco... Así.

Francisca de Asís Taboada, viuda del marqués de Andrade, despierta en su alcoba con un terrible dolor de cabeza. Eso es la insolación diagnostica su criada resabiada, todo el día por ahí paseando no puede ser bueno. Asís Taboada permanece en la cama con la cabeza embotada haciendo examen de conciencia, agorera y temerosa por el interrogatorio de su confesor jesuita. Así rememora el día anterior cuando tras encontrarse casualmente con Diego Pacheco, un calavera gaditano recién conocido en una tertulia, acepta su invitación de visitar la feria de San Isidro. Fue el calor, el manzanilla servido en la verbena, los ojos y bella planta del mozo que la marean y despiertan un oleaje en su interior.

Fue una novela escandalosa en su época, no solo por la confesión sincera y directa del deseo sexual de la protagonista sino por la posible referencia autobiográfica que sus enemigos literarios Clarín y Pereda chismorrearon alentados por la valiente dedicatoria de la autora a José Lázaro Galdiano, en prenda de amistad.

Doloroso es tener que reconocer y consignar ciertas cosas; sin embargo, la sinceridad obliga a no eliminarlas de la narración. Queda, eso sí, el recurso de presentarlas de forma indirecta, procurando con maña que no lastimen tanto como si apareciesen de frente, insolentonas y descaradas, metiéndose por los ojos. Así la implícita desaprobación del novelista se disfraza de habilidad.

Hoy, lejos de una misoginia social y literaria que le cerró las puertas a la Real Academia Española y cuestionó su obra y acción hasta el punto de boicotear su enseñanza como catedrática de lenguas, encontramos en Insolación una novela moderna, psicológica y profunda. Acusando los diálogos de floritura y cortejo de la época y los detalles de la vida cotidiana, a través de reflexiones personales nos encontramos la construcción de un personaje excepcional. Asis Taboada se presenta ante nosotros sincera, humana, llena de contradicciones y pasiones que la sociedad constriñe.

Recorremos sus pensamientos a través de un examen de conciencia íntimo que nos ofrece una fotografía del Madrid decimonónico, de su feria de San Isidro, las ventas de Santo Espíritu y los salones de tertulia nobles, mientras se despierta un deseo íntimo que sobrevivirá adaptándose al rol femenino de la época.

Disponible en la Biblioteca Cervantes Virtual.




Insolación: historia amorosa
Emilia Pardo Bazán
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. 2000
149 pág.
Edición digital basada en la 1ª ed. de Barcelona, Sucesores de N. Ramírez y Cía, 1889. Otra ed.: Emilia Pardo Bazán. Obras completas.Tomo II : novelas, Madrid, Fundación José Antonio de Castro, 1999, pp. 615-764.

Comentarios