Sumisión. Michel Houellebecq

Un guirigay le devolvió a Saint-Sulpice; la escolanía se marchaba; iban a cerrar la iglesia. Debería haber intentado rezar, se dijo; hubiera sido mejor que soñar despierto sentado en una silla; pero ¿rezar? No me apetece; el catolicismo me fascina, su atmósfera de incienso y de cera me embriaga, merodeo a su alrededor, conmovido por sus plegarias hasta que se me saltan las lágrimas y exprimido hasta el tuétano por sus cantos y salmodias. Estoy asqueado de mi existencia, harto de mí mismo, pero ¡de ahí a llevar otra vida, hay mucho trecho! Y además… además… aunque en las capillas me sienta turbado, en cuanto salgo de ellas vuelvo a quedarme indolente y seco. En el fondo, se dijo, levantándose y siguiendo a las pocas personas que conducidas por el bedel se dirigían hacia la puerta, en el fondo, tengo el corazón endurecido y ahumado por las parrandas, no valgo para nada.
J.-K. HUYSMANS, En camino
Durante todos los años de mi triste juventud, Huysmans fue para mí un compañero, un amigo fiel; jamás dudé, jamás estuve tentado de abandonar ni de decantarme por otro tema; al fin, una tarde de junio de 2007, después de esperar mucho tiempo, después de mucho vacilar y más incluso de lo admisible, defendí mi tesis doctoral ante el tribunal de la Universidad de ParísIV-Sorbona: Joris-Karl Huysmans, o la salida del túnel. A la mañana siguiente (o tal vez esa misma noche, no puedo asegurarlo, pues la noche de mi defensa fue solitaria y muy alcoholizada), comprendí que acababa de concluir una parte de mi vida y que probablemente sería la mejor.

Con una crítica tan impresionante y una reflexión tan potente anunciada por una sinopsis como mínimo sorprendente, Sumisión es uno de esos títulos que se acumulan en la estantería de lecturas pendientes, sección imprescindibles, subtítulo cuando tenga tiempo. Es una espera lenta, algo triste, pero un privilegio de reposo porque cuando llega su momento tiene segura toda la atención que se merece y el menor ruido posible.

El día que Sumisión llegó a las librerías todos nos convertimos en Charlie Hebdo. Había visitado hace poco París y atravesaba con frecuencia por el bulevar Richard Lenoir desde Chemin Verte hasta la Plaza de los Vosgos próximo a la redacción. La potencia magnificadora de la televisión y sus imágenes tan directas se amplificaban en cada telediario y eran tan próximas que hoy permanecen nítidas, por eso era una lectura que debía aplazar, puesto que desde el principio nacía en el conflicto bajo acusaciones de islamofobia y altamente politizada. Sin embargo, Sumisión es ficción, un mundo infeliz que nos invita a reflexionar, es literatura y como tal debe ser disfrutada.

François es un profesor universitario atrapado en una vida tan rutinaria como solitaria que se verá alterada cuando tras las elecciones presidenciales de 2022 el candidato Mohammed Ben Abbes de una nueva formación islamista moderada se instala en el Eliseo. París se cubre de velos y la Sorbona asiste a un proceso de conversión plena en privilegios que François escucha como el canto del cisne. Sorprendentemente la falta de libertad seduce a François, más seguridad, más sueldo, poligamia... se acabó recalentar congelados en el microondas y fríos servicios profesionales de anuncios por palabras, ha llegado la hora de convertirse

Pero era sobre todo el propio público el que había cambiado sutilmente. Como cualquier centro comercial —aunque por supuesto de forma menos espectacular que los de La Défense o Les Halles— el Italie2 atraía desde siempre una cantidad notable de mangantes: habían desaparecido por completo. Y la vestimenta femenina se había transformado, lo sentí de inmediato sin lograr analizar esa transformación; el número de velos islámicos apenas había aumentado, no se trataba de eso, y me llevó casi una hora de vagabundeo comprender, de golpe, qué había cambiado: todas las mujeres llevaban pantalones. La detección de los muslos de las mujeres y la proyección mental reconstruyendo el coño en su intersección, proceso cuyo poder de excitación es directamente proporcional a la longitud de las piernas desnudadas, eran en mí tan involuntarias y maquinales, genéticas en cierta forma, que no había tenido conciencia de ello inmediatamente, pero ahí estaban los hechos: los vestidos y las faldas habían desaparecido.

Sumisión es una radiografía social de una Francia futura en el que se expone el conflicto de la religión y los sexos en una reflexión sutil y descarada. Irónica y divertida, esta sátira mordaz de nuestra Europa es tan torpedeada por la crítica como ensalzada. A la cabeza en la lista de ventas, no en vano tiene todas las claves morbosas necesarias como sexo, política y religión, Sumisión abre exitosamente una vía de agua en el barco puritano de la literatura planteando elementos de reflexión a sus lectores mientras se ríe descaradamente de ellos.
Ha llegado a nuestros estantes la versión 2.0 de la Comedia Humana de Balzac en forma de sátira. Bienvenida es.




Sumisión
Michel Houellebecq
Anagrama. 2019
288 pág.
ISBN 978-84-339-6040-5

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