Hermanos del alma. David Diop

—… lo sé, lo he entendido, no debería haberlo hecho. Yo, Alfa Ndiaye, hijo de un hombre viejísimo, lo he entendido, no debería haberlo hecho. Por la verdad de Dios, ahora lo sé. Mis pensamientos no pertenecen a nadie más que a mí, puedo pensar lo que quiera. Pero no pienso hablar. Todos aquellos a quienes habría podido contarles mis pensamientos secretos, todos mis hermanos de armas que andarán desperdigados, desfigurados, mutilados, destripados, de tal manera que a Dios le dará vergüenza verlos llegar a su Paraíso o el Diablo se alegrará de acogerlos en su Infierno, no habrán sabido quién soy verdaderamente. Los supervivientes no sabrán nada, mi anciano padre no sabrá nada y mi madre, si es que sigue en este mundo, no lo adivinará. El peso de la vergüenza no se añadirá al de mi muerte. No se imaginarán lo que pensé, lo que hice, hasta dónde me llevó la guerra. Por la verdad de Dios, el honor de la familia estará a salvo, el honor de fachada.
Lo sé, lo he entendido, no debería haberlo hecho.

Alfa Ndiaye es un joven senegalés que se alista con su amigo Mademba Diop para ayudar a la patria francesa en esa lejana guerra que ha abierto cicatrices en la tierra en la forma de trincheras de barro. En uno de los ataques a golpe de silbato Mademba es herido de gravedad y le pide que lo mate para evitar un dolor insufrible. Tres veces se negará, preso de la amistad y de la tradición, acompañando a su amigo en la terrible agonía cogidos de la mano. Alfa se rompe y comienza a infiltrarse en las posiciones enemigas para vengarse mediante el sufrimiento del enemigo al que mata y mutila. Sus camaradas primero reciben con alegría el regreso del héroe con el fusil y la mano enemiga, pero posteriormente esos trofeos lo convierten en un devorador de almas del que se deben apartar.
Es esta una escena de amistad y trauma que se desarrolla durante la primera guerra mundial en una unidad de combate extranjera.

Yo no habría entendido nada de lo que me decía el capitán si Ibrahima Seck, el cruz de guerra chocolate mayor que yo, no me lo hubiese traducido, comenzando cada frase por «El capitán Armand ha dicho que…». Pero conté casi veinte respiraciones durante el discurso del capitán y solamente doce en el discurso de Ibrahima Seck, mayor que yo. De modo que había alguna cosa que el cruz de guerra chocolate no me había traducido del discurso del capitán.

David Diop escribe un relato directo en el que da voz a un joven fusilero senegalés. De forma íntima a modo de confesión, de carta abierta a su amigo, a su familia, a si mismo y al ser humano, vuelca todos sus sentimientos, su incomprensión y el dolor que le toca vivir. Consigue crear un canto profundo de libertad que nos invita a quebrar las barreras que alza la civilización y la tradición cuando se convierten en inhumanas.




Hermanos del alma
David Diop
Anagrama. 2019
308 pág.
ISBN 9788433980526

Comentarios