Serotonina. Michel Houellebecq

Es un comprimido pequeño, blanco, ovalado, divisible.
Me despierto hacia las cinco o a veces las seis de la mañana, la necesidad es extrema, es el momento más doloroso del día. Mi primer gesto es poner en marcha la cafetera eléctrica; la víspera he llenado el depósito de agua y de café molido el filtro (por lo general Malongo, con el café sigo siendo bastante exigente). No enciendo un cigarrillo hasta después de haber tomado un primer sorbo; es una obligación que me impongo, un éxito cotidiano que se ha convertido en mi principal fuente de orgullo (debo confesar, sin embargo, que las cafeteras eléctricas van muy rápido). El alivio que me produce la primera bocanada es inmediato, de una virulencia sorprendente

Florent-Claude Labrouste se enfrenta a sus cuarenta y seis años desde una vida acomodada y placentera a una depresión que combate con medicación de antidrepresivos sin control médico, alcohol y múltiples horas frente a la televisión. En ese proceso decide romper con su vida abandonando su apartamento de lujo, su joven novia japonesa y su trabajo. Captorix, ese pequeño comprimido al que se aferra, tiene varios efectos secundarios entre los que figura la desaparición de la libido y para combatir estos efectos y la depresión se embarca en un recorrido que le lleva a visitar antiguos amigos de la universidad y ex-novias enfrentándose a situaciones tan surrealistas como su depresión.

«Todo va bien…», dije, con la mayor suavidad que pude, con la entonación untuosa de un asesino múltiple civilizado, Anthony Hopkins era para mí un modelo, admirable y casi insuperable, en fin, la clase de hombre que necesitas conocer en un momento determinado de la vida. Repetí con voz todavía más baja, casi subliminalmente: «Todo va bien…».
En realidad, yo no iba nada bien; acababa de fracasar en mi segundo intento de liberarme.

Serotonina es un monólogo interior incesante que en clave realista nos presenta la vida deprimida de un francés aburguesado. Un monólogo que pretende combatir el depresivo aburrimiento del tema con una serie de situaciones forzadas que se alejan del realismo y caen en la pesadez. Los diferentes temas a los que la novela nos enfrenta como la política agraria, las armas, la pedofilia, la prostitución... se suceden en un deambular superficial sin fuerza que cumplen la misión de incrementar el número de páginas. 
 
En sus anteriores novelas, tan ensalzadas como denostadas, ha sabido crear polémica ofreciendo una mirada ácida que aquí ya es repetitiva y poco original, y ha ofrecido un retrato descreído de nuestra sociedad que aquí se pierde en una monotonía de escenas mal integradas.




Serotonina
Michel Houellebecq
Anagrama. AÑO
288 pág.
ISBN  978-84-339-8022-9

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