La cuestión académica. Emilia Pardo Bazán


A Gertrudis Gómez Avellaneda (en los Campos Elíseos)

Carta I
Mi excelsa compañera Tula: No lleves a mal que por breves momentos distraiga tu espíritu, entretenido, sin duda, en vagar por los amenos valles de esa región feliz. Acuérdate de la tierra donde viviste, y déjame contarte algo de lo que en ella sucede.
Es el caso que un periódico de esta corte, llamado "El Correo", inserta en su número del 24 del presente mes cuatro epístolas tuyas, con el título "Las mujeres en la Academia".


Se llamaba Emilia, era gallega y de carácter recio. Hoy, a casi todo el mundo --un casi muy grande--, le parece normal algo que esta mujer consiguió a finales del siglo XIX: impartir clases en la universidad de Madrid, ser política, dirigir revistas literarias, presidir asociaciones culturales, ser corresponsal de prensa, publicar libros, introducir tendencias literarias en España, ser políglota, conferenciante... todo con una formación autodidacta, puesto que tenía vedado el acceso a la universidad e incluso a estudiar secundaria.

Como catedrática de Lenguas Neolatinas en la Universidad Central fue rechazada por profesores y alumnos acabando en cesantía por falta de quórum ya que los alumnos masculinos, puesto que las mujeres lo tenían prohibido, no aceptaban que alguien con falda les pudiese enseñar algo.
Como política fue consejera en el Ministerio de Instrucción Pública, recientemente creado, hoy Ministerio de Cultura, y siguió luchando por el acceso a la educación de la mujer y el desarrollo intelectual del país.
Como directora de revistas literarias participó en la Revista de Galicia y en Nuevo Teatro Crítico, fundada y sufragada por ella con su herencia que llamó así en homenaje a Feijoo y su Teatro Crítico Universal en el que se incluye una defensa de las mujeres que hizo suya.
Como políglota llegó al francés de su infancia aprendido en escuela de señoritas que le permitió leer entre otros a Zola y dar conferencias en la Sorbona con exitosa audiencia, guiada por su amor a la lectura acuciada por el deseo de leer a sus autores en su idioma original. Añadió el alemán y el italiano en sus viajes por Europa.
Como escritora su labor no se manifestó en novelitas amenas sino que abordó la novela naturalista con perfección, el artículo periodístico y los ensayos.

Aguardaré; pero no aguardaré sentada, Gertrudis: ocuparé las manos y el tiempo en escribir quince o veinte tomos de historia de las letras castellanas... y lo que salte. Así tendré ocasión de hacer justicia a tus cualidades de poeta y estilista, y acaso a mejorar mi hoja de servicios de académica desairada.

¿Qué es lo que esperaba Emilia? Condesa de Pardo-Bazán por el rey Alfonso XIII, catedrática, escritora, conferenciante exitosa en el Ateneo, directora de la Biblioteca de Mujeres... Solo quedaba un reducto por derribar, una tertulia que se negaba a aceptarla porque consideraban que las mujeres que escriben "son un error de la naturaleza", y creían que "su trasero no cabría en un sillón de la Real Academia Española". Tras ser rechazada en dos ocasiones, como lo fue su amiga Tula, Gertrudis Gómez de Avellaneda, decide poner los puntos sobre las íes en la revista cultural de su buen amigo Lázaro Galdiano. Así en el número 2 de la revista incluye dos cartas dirigidas a Tula, ya fallecida, en la que contesta a esta afrenta:

Hay más: hasta creo que estoy en el deber de declararme candidato perpetuo a la Academia—a imitación de aquel personaje de la última novela de Daudet.—Seré siempre candidato archiplatónico, lo cual equivale a candidato eterno; y mi candidatura representará para los derechos femeninos.

En 1978 ingresó como académica de número la primera mujer, Carmen Conde. Hoy, más de cuarenta años después, de los 46 sillones solo 6 tienen espacio para traseros femeninos. Más de cien años después sigue siendo un casi muy grande.

Dedicado a Maria Moliner.


La cuestión académica se puede consultar en la hemeroteca digital de la Biblioteca Nacional de España.




La cuestión académica.
La España Moderna, nº 2, febrero 1889, pág 173-184.
Emilia Pardo Bazán
11 pág.

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