La de Bringas. Benito Pérez Galdos

Era aquello... ¿cómo lo diré yo?... un gallardo artificio sepulcral de atrevidísima arquitectura, grandioso de traza, en ornamentos rico, por una parte severo y rectilíneo a la manera viñolesca, por otra movido, ondulante y quebradizo a la usanza gótica, con ciertos atisbos platerescos donde menos se pensaba; y por fin cresterías semejantes a las del estilo tirolés que prevalece en los kioskos. Tenía piramidal escalinata, zócalos greco-romanos, y luego machones y paramentos ojivales, con pináculos, gárgolas y doseletes. Por arriba y por abajo, a izquierda y derecha, cantidad de antorchas, urnas, murciélagos, ánforas, búhos, coronas de siemprevivas, aladas clepsidras, guadañas, palmas, anguilas enroscadas y otros emblemas del morir y del vivir eterno.

Aquello es un cenotafio realizado con pelo de la familia Pez por el señor Francisco de Bringas, funcionario de Palacio Real donde vive con su esposa, La de Bringas y sus dos hijos. Esa es Rosalía, propiedad de su señor esposo, el Ratoncito Pérez lo que mal se aviene al carácter de ella, de lejana descendencia aristocrática y deseo de aparentar. Esclava de la moda vive en el segundo piso de Palacio, que no en el tercero que es el de servicio, encerrada en el Camón dedicada a componer y recomponer sus trajes con cintas, encajes, bordados y pasamanerías varias para poderse lucir mejor.

En ese dédalo de pasillos que es la república de Palacio vive la reina Isabel II y su esposo Francisco de Asis, y una corte de nobles, funcionarios y sirvientes bajo un código de normas no escritas basadas en la apariencia. La de Bringas, Rosalía Pipaón, se pierde por la ropa que le permite a través de tejidos y modas mostrar su elevación en la escala social. En este afán cae en una serie de deudas que la lleva a pedir socorro monetario a casas de empeños, a amigos, a prestamista inquisidor con futura tetralogía propia y al deshonor. Asistimos al día a día de la familia mientras el país prepara la mudanza de Palacio, estamos en 1868 meses previos a la Revolución Gloriosa que lleve al exilio a la familia real y al cese de los Bringas.

Se pueden comentar muchos aspectos de una novela que se presenta con simpleza como un matrimonio en conflicto, ávaro él, derrochadora ella; pero que aborda con detalle hilado tan fino como los cabellos del cenotafio que da pie a la ceguera física del de Bringas. Se puede mencionar un paralalismo entre una Rosalia cursi y la reina atenta a sus placeres, un Bringas ciego con un Francisco de Asis cegado, atrapados en dos matrimonios originados por el interés social y político respectivamente.

Nadie encuentra completa dicha en este mísero mundo, y que es rarísimo hallar dos caracteres en completo acomodo y compenetración dentro de la jaula del matrimonio, pues el diablo o la sociedad o Dios mismo desconciertan y cambian las parejas para que todos rabien, y todos, cada cual en su jaula, hagan méritos para la gloria eterna.

La de Bringas es una novela excepcional en este universo de espejos sociales que Galdós recreó en las denominadas novelas contemporáneas. La novela es un caleidoscopio social que orbita un modelo económico incapaz de satisfacer las necesidades de una población estratificada socialmente, lo que provoca un nuevo terremoto político. Una reconstrucción perfecta de la sociedad a través de unos personajes elaborados en profundidad.


La de Bringas
Benito Pérez Galdós
Cátedra. 1983
305 pág.
ISBN 84-376-0425-7

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