Libro de los niños. Francisco Martínez de la Rosa

Si, como tantas veces se ha repetido, nada valen las mejores leyes sin el apoyo de las costumbres; si las costumbres se forman lentamente por medio de la educación, y si la educación principia desde la cuna misma, no parecerá necesario insistir en la conveniencia de que todos contribuyamos, cada cual en la parte que pueda, á un fin tan importante. 
Esta consideración me ha movido á emprender y publicar esta obrilla, no para que sirva de modelo, sino de estímulo, á otros que emprendan tareas semejantes, acomodadas a la capacidad de los niños y adolescentes.
Los mas de los libros destinados á este objeto han solido pecar por demasiado secos y desabridos, en tales términos que se caen de las manos de los que han de manejarlos continuamente; debiendo procurarse, por el contrario, que tengan mayor variedad posible, y que ofrezcan algún entretenimiento y agrado, á fin de evitar el cansancio y fastidio, que es achaque tan común de los pocos años.

Francisco Martínez de la Rosa, escritor y político liberal moderado, fue diputado en las Cortes de Cádiz y posteriormente formaría gobierno brevemente en 1822 y en 1834 durante la regencia de Maria Cristina. Entre medias, en el caótico siglo XIX de libertad y cadenas, tuvo tiempo para residir en el presidio de Melilla, huésped de Fernando VII y exiliado en París del que regresó más romántico. Había sido un alumno precoz en sus estudios, alcanzando cátedra en la Universidad de Granada desde la que denunció el mal estado de la educación. Entre sus numerosas condecoraciones y reconocimientos figuran ser miembro de la Real Academia de Historia, presidente del Ateneo y en la Real Academia Española desde su silla C miembro, secretario y director que consiguió aprobar dos estatutos en los que se estableció la lectura de un discurso para la recepción de nuevos miembros y la publicación de los mismos.
En política, su concepto de liberado moderado lo convierte a los ojos de la crítica en Rosita la Pastelera, por su habilidad en el pasteleo decimonónico, hoy llamado chaqueteo, que fue más convivencia y conciliación entre exaltados en un afán constructivo que las cámaras, en cuya creación participó, ni perdonaban ni perdonan.
En literatura, de formación neoclásica evoluciona a un primer romanticismo en una producción que incluye poesía, teatro, novela histórica y ensayo. Figaro en sus artículos lo censuró por la esclavitud de las normas neoclásicas de sus primeras obras de teatro, cuyos temas elegidos en clave política denunciaban los problemas de España en un intento didáctico del que siempre hizo gala. En su evolución tanto política como literaria se aprecia la búsqueda de la libertad  en una elección moderada y equilibrada.

El libro de los niños se encuadra dentro de esta producción pedagógica de mejora del país, según declara en la advertencia inicial de la obra fue realizada a petición de su amigo el duque de Gor. Recopiló una serie de máximas, frases morales con ritmo poético para facilitar la memorización que debían colocarse en los letreros de las escuelas de párvulos recién establecidas en Madrid. Su publicación fue un éxito, por lo que fue añadiendo textos religiosos como el relato de Isaac y Moiśes, canciones, oraciones, las fábulas El topo y el gusano de luz y El pastorcillo y el perro, y una serie de poesías con moraleja y de aprendizaje sobre España y su geografía.

Ama á Dios y ama tu hermano:
Esta es la ley del cristiano. 

Quien cierra al pobre la puerta, 
La del cielo no halla abierta. 

Sigue el camino derecho;
 Ganarás honra y provecho. 

Si del riesgo no te alejas, 
En vano luego te quejas. 

De tus hijos solo esperes 
Lo que con tu padre hicieres.


Fue una publicación muy exitosa dando lugar a reimpresiones, ampliaciones y versión ilustrada que fue aprobada por la Dirección de Instrucción Primaria para ser usado como texto en las escuelas del reino y del que posteriormente se reimprimió una selección de sus canciones para uso escolar.

Conservamos varios retratos del escritor de gran calidad entre los que destaca un lienzo de Antonio María Esquivel realizado en 1846. Es un retrato colectivo literario: Los Poetas Contemporáneos, una lectura de Zorrilla en el estudio del poeta. Se representa el estudio del pintor  no como taller de trabajo sino como espacio intelectual con obras clásicas y propias así como el busto de la reina Isabel II bajo cuyo patrocinio ejercía como pintor de cámara. La escena recoge a los principales escritores del momento que asisten a la lectura de Zorrilla posiblemente de su obra próxima a estrenar El Rey Loco, e incluye el autorretrato del pintor. Es una escena con elementos idealizados pero de carácter histórico puesto que estas lectruas se producían periódicamente en el Liceo Artístico Literario, una asociación cultural en la que sus miembros presentaban sus obras y realizaban tertulia literaria. El pintor nos presenta una imagen simbólica del romanticismo maridando literatura y pintura en la que destaca la ausencia de las escritoras del romanticismo como Gertrudis Gómez de Avellaneda o Carolina Coronado entre otras.





Detalle Los Poetas Contemporáneos, 1846
Fotografía de Laurent, 1861



Disponible en la biblioteca digital de la Universidad de Granada.



Libro de los niños
Francisco Martínez de la Rosa
Imprenta de la Revista. 1858
130 pág.

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