Pecado. Benjamin Black

—El cadáver está en la biblioteca —dijo el coronel Osborne—. Venga por aquí.

El inspector Strafford estaba acostumbrado a las casas frías. Había pasado sus primeros años en una mansión grande y sobria muy parecida a esa, luego lo habían enviado al colegio en un lugar que era aún más grande, gris y frío. A menudo se maravillaba de los extremos de pobreza e incomodidad que se daba por descontado que soportarían los niños sin la más mínima queja o protesta. Ahora, mientras seguía a Osborne por el amplio vestíbulo —losas pulidas por el tiempo, una cornamenta en una placa, retratos borrosos de los antepasados de Osborne en las paredes a ambos lados—, le pareció que el aire era incluso más frío allí que fuera. En una cavernosa chimenea de piedra, tres trozos de turba húmeda colocados en forma de trípode ardían hoscos, sin emitir ningún calor detectable.
 
Benjamin Black, seudónimo tras es el que se esconde John Banville cuando aborda el género negro, inicia una nueva serie con el detective Strafford, con r, de la Garda. En una sociedad polarizada tras un traumático nacimiento, o eres católico o protestante, o eres irlandés o inglés, o eres rico o pobre. Sin embargo el detective camina entre dos aguas con el compromiso personal de no mojarse demasiado. Se desliza en silencio bajo un paraguas moral que le permite comprender todo y no entender nada.
 
El inspector conocerá al padre Tomas una vez fallecido, el reverendo Lawless que en vida hizo honor a su nombre se presenta al inspector debidamente adecentado por la familia que lo alojaba. St. John, pronunciado Sinyún, inicia la investigación con la curiosidad que le ofrece un escenario tan teatralizado, ni el sacerdote dejó el mundo terrenal tan decentemente como parece ni la familia es tan rica y perfecta como pretende. En sus últimas horas terrenales el padre de sus feligreses fue emasculado y en las primeras infernales solo el inspector Strafford está interesado en conocer la verdad. Estamos en Irlanda en los años cincuenta, aislados en el campo bajo un inmenso campo helado que enfría las almas pero no los corazones.

El cielo despejado de la noche anterior estaba cargado ahora de una bolsa de nubes de color malva, y el aire tenía el color del peltre deslustrado. No nevaba, pero había vuelto a caer nieve por la noche —Strafford había visto los copos dando vueltas al otro lado de la ventana cuando se levantó de madrugada para ir al baño— y el paisaje estaba tan pulcro que parecía que hubiesen enviado a un equipo de restauradores para barrer y quitar el polvo de todas partes.
 
Benjamin Black nos ofrece una depurada disección de la sociedad irlandesa de los años cincuenta en conflicto consigo misma bajo la dirección de la pecadora iglesia católica. Rica en detalles, el autor despliega una prosa concisa rica en epítetos acerados que matizan descripciones cargadas de simbolismo. El juego de novela negra cede ante los matices grises de una prosa que describe con la misma potencia con la que denuncia.
 



Pecado
Benjamin Black
RBA. 2017
304 pág.
ISBN 9788490568613

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