Penélope y las doce criadas. Margaret Atwood

«Ahora que estoy muerta lo sé todo», esperaba poder decir, pero como tantos  otros de mis deseos ése no se hizo realidad. Sólo sé unas cuantas patrañas que antes no sabía. Huelga decir que la muerte es un precio demasiado alto para satisfacer la curiosidad.

Desde que estoy muerta --desde que alcancé este estado en que no existen huesos, labios, pechos... -- me he enterado de algunas coss que preferiría no saber, como ocurre cuando escuchas pegado a una ventana o abres una carta dirigida a otra persona. ¿Creéis que os gustaría poder leer el pensamiento? Pensadlo dos veces.

Aquí abajo todo el mundo llega con un odre como los que se usan para guardar los vientos, pero cada uno de esos odres está lleno de palabras: palabras que has pronunciado, palabras que has oído, palabras que se han dicho sobre ti. Algunos odres son muy pequeños y otros más grandes; el mío es de tamaño mediano, aunque muchas de las palabras que contiene se refieren a mi ilustre esposo.

Cuando en la solapa en la sección de frases laudatorias compiladas de las secciones culturales lees «Una obra fabulosa. [...] Decidiamente irreverente» a cargo de The New York Times, con lo que era y es, recuerdas lo estúpidos que somos cuando leemos antes las opiniones mercantiles que las propias palabras de la autora. Lo único que queda hacer es arrancar la solapa y usarla como marcapáginas. Irreverente es la historia, la mitología, el hombre y Homero con Penélope, con las criadas y con la mujer. Irreverente llega a ser el lector cuando no hace honor a la lectura facetada de Atwood y no desciende valientemente los múltiples niveles que nos brinda generosamente. 

Compensa la contracubierta cuando recoge las amables palabras de Mary Beard y lo presenta como «una espléndida vuelta de tuerca al mito antiguo, Margaret Atwood ha decidido contar su versión de Penélope y sus doce criadas ejecutadas. Sabio, poético y lúdico a untiempo, el resultado es un retablo deslumbrante y turbador que presenta una dimensión desconocida de la abnegada esposa de Odiseo y ofrece una interpretación atrevida de un antiguo misterio.»

Así pues, posiblemente nuestra violación y posterior ahorcamiento representa el derrocamiento de un culto lunar transmitido por vía matrilineal a manos de un grupo de usurpadore spatriarcales adoradores de un dios padre. Su cabecilla, que evidentemente era Odiseo, habría reclamado la realeza casándose con la suma sacerdotisa de nuestro culto, es decir, con Penélope.
 
En este caso a hombros de Homero, de gigantes como Robert Graves, de la tragedia griega y los textos clásicos, Atwood reteje una red de sabiduría desde el punto de vista femenino. Atenta a la tradición y al mito se calza las sandalias de Penélope y reinterpreta ofrendándonos este homenaje a la vida de una mujer orillada por la leyenda. Odiseo sigue bebiendo el agua del olvido para retornar al mundo de los mortales, Penélope fiel a sí misma permanece en la orilla del recuerdo porque la rueda de la fortuna no ha cambiado de rumbo. Margaret Atwood, sacerdotisa de la literatura, se consagra a recuperar el mito desvelando el velo que la oculta al dar voz a sus palabras que llenan un odre de sabiduria.




Penélope y las doce criadas
Salamandra. 2020
167 pág.
ISBN 9788498389883

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