Tocar los libros. Jesús Marchamalo

Nunca hasta hace poco he sabido los libros que tengo, y de hecho jamás hasta hace poco había tenido la tentación de contarlos. Pero justo hace poco, en un ataque de insomnio recalcitrante, pensé que, a efectos de adentrarse en el sopor, el hecho de contar ovejas o libros debiera ser en principio equivalente. Más aún par aun tipo urbano, como yo, para quien contar ovejas es algo tan insólito como para un ruso contar chicas de Wisconsin en un baile.

Así que me planté ante la estantería, casi de madrugada, como un vigía, un contable, e hice una primera prospección a tanto alzado.

Tocar los libros, surge de una conferencia pronunciada en Valladolid por parte del autor hace veinte años. Esa es la excusa, en realidad podríamos cambiar el título a Amar los libros, surge del amor a la lectura y la veneración al libro como objeto con el que viajamos, aprendemos y tejemos un hilo de amistad que se convierte en una rede de amor muy personal. Con esta lectura entramos en la biblioteca de varios autores, cotilleamos su forma de relacionarse con el libro, como lo colocan, como lo cuidan, manías, curiosidades... y tinta sobre papel y más papel.

Yo también pertenecía a esa generación del autor, una generación que ama el libro, que posee estanterías como un bien preciado del que no puede desprenderse.

Mi generación sufre del mismo síndrome: años de educación, carencias y de respeto reverencial a la letra impresa han determinado la aparición de un gen que nos impide tirar libros, no digo ya romperlos, o quemarlos, cuando los hay que merecerían el fuego redentor nada más aparecer en las librerías.

Pero, un día, un maravilloso día descubrir "tenemos que aprender a desaprender".  Y aunque era en otro contexto, eso de exportar por suerte, buena y mala, siempre se me ha dado muy bien y lo exporte a casi todo. Me quedan pendientes varias cosas. Y esos síndromes de una deseducación han ido desapareciendo como genes egoístas que se resisten, así que aunque atesoro una estantería con libros en papel leídos y por leer que sigue creciendo, no es un altar lleno de devoción, es un instrumento de uso. Y regalo libros, y los pierdo, y los tiro al contenedor de papel para que tengan una buena vida porque la actual no se la merecen. Y sí, soy digital, porque emigre hace tiempo y ya soy nativa del nuevo país de la lectura digital. Y convivo, y coexisto, y tanto vale mi estantería de libros de papel como mi lector electrónico.
Y lo más importante, solo es papel, solo es tinta, lo importante es el contenido, y el libro de verdad que más vale es el que se ha escrito y reescrito en mi cabeza con todo lo leído y aprendido.




Tocar los libros
Jesús Marchamalo
Cátedra. 2020
137 pág.
ISBN 9788437641126

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