El rastro de los rusos muertos. Vicente Vallés

Serguéi Krikov, 8 de noviembre de 2016

La operadora de emergencias escuchó la voz entrecortada y tensa del interlocutor que llamaba desde un edificio de la calle 91 de Manhattan, una elegante zona muy próxima a Central Park. Nueva York, como dice la canción de Frank Sinatra, nunca duerme, y hay tanta gente que lo extraño es que el 911 --el teléfono de urgencias-- no suene en cualquier minuto de cualquier hora del día. Empezaba a amanecer el 8 de noviembre de 2016, la jornada en que los americanos y el mundo iban  a dar la bienvenida a la nueva presidenta Hillary Clinton. Eso es lo que estaba escrito. Y eso es lo que no ocurrió.

La victoria y reciente derrota electoral de Donald Trump sigue provocando ríos de tinta por no hablar de metraje visual. En esta ocasión al hilo de esta tendencia mediática asistimos a una sucesiva crónica de asesinatos que conduce al análisis político de la "nueva gran" Rusia a cargo de Putin. Sin llegar a ser un análisis profundo ni siquiera estructurado, el hilo narrativo de novela policíaca nos conduce a una serie de hipótesis no por simplificadas ajenas a la realidad. Tal vez en su mayor defecto este su virtud.

Y ese es el objetivo de Vladímir Putin: provocar el caos en Estados Unidos y en los países europeos [...]. En definitiva, trasladar al tablero político mundial la paradójica enseñanza del judo, el deporte que Putin ha practicado desde siempre: aprovechar las fortalezas del adversario en su contra. Aprovechar la tradición democrática de Occidente, para doblegar a Occidente.

El rastro de los rusos muertos, occidente en manos de Putin
Vicente Vallés
Espasa. 2019
290 pág.
ISBN 9788467053753

 

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