Volavérunt. Antonio Larreta

Primera advertencia

Si mi madre no se hubiera casado tantas veces por dinero, y no hubiera sido al mismo tiempo tan indiferente a los bienes materiales salvo cuando adoptan la ascética y abstracta forma de una cuenta bancaria, es probable que este libro no se hubiera publicado nunca. Pero una de sus últimas recomendaciones, en su lecho de muerte --en el que debo decir no dio muestra alguna de desfallecimiento su glorioso pragmatismo-- fue que cualquiera de sus hijos, provisto de unas oportunas llaves, viajara a París, abriese una antigua casa de la Rue Neuve des Mathurins, y dispusiese de todos los muebles, objetos, chismes y bagatelas que quedaron allí soterrados desde 1940, sobreviviendo una ocupación, una guerra de liberación, al general De Gaulle, al mayo del 68 y a la especulación inmobiliaria.

Afortunadamente mis últimas lecturas han sido buenas e incluso excepcionales como esta. Aunque he de confesar que he basado la selección en críticas autorizadas y listas de libros recomendados. Volavérunt, no era una desconocida, pero la lista de lecturas pendientes alcanza una excesiva longitud que ha cumplido la amenaza de sepultar en el olvido deseos lectores. Afortunadamente, serendipia surgida por la búsqueda de otra lectura, ha venido a salvar del olvido este vuelo, este sueño literario que me ha condenado a la relectura.

Continuando con las sinceridades, me confieso destrozona. Cuido los libros con veneración, nunca osaría doblar una de sus esquinas a modo de marcapáginas, ¡sacrilegio!, ni usar boli o rotulador ¡indeleble agresión!; pero confieso que mi decálogo si permite realizar anotaciones a lápiz, pegar notas (benditos mini post-it) que alcanzan lo sublime cuando son de colores y los someto a taxonomías delirantes: fucsia elementos históricos, amarillo imprescindible por cualquier categoría, verde aspectos gramaticales o etimológicos... Es cierto que en la mayoría de los libros ni se alcanza a detectar mi lectura, como sufre mi alma cuando veo que alguien los abre más de 90 grados. Pero, en esta ocasión, condenada a su relectura desde la segunda advertencia, me entrego al carnaval colorido de notas y portaminas en mano anoto en hojas sueltas, que van camino de ser libro, reflexiones, preguntas y comentarios. 

¿Por dónde empiezo, don Manuel? No quiero remontarme al pasado. Correría el peligro de empantanarme en él y no llegaría a contarle lo que me propongo. Si a usted le interesa… ¿Le interesa, verdad? Ese silencio, supongo, equivale a un sí. El pasado… Podría llegar muy lejos.

Por donde empezar, cuando el pasado se ha hecho historia, cuando somos conscientes de que nuestro presente será pasado y nuestro futuro será historia. Por un halago sincero, porque siempre se aprecian las buenas palabras especialmente cuando son sinceras. Un halago a los perfiles psicológicos que solo Fancho logró captar tan bien con sus pinceles; a la narración de tiempos pasados, presentes y futuros en una virtuosa danza de manecillas del reloj dalinianas; acaso se puede olvidar uno de la evocación histórica y espacios romanos tan evocadores como el café del Greco. 
 
Solo son palabras, solo es tinta sobre papel, solo es un juego literario que reescribe la historia con juegos de novela negra clásica. Pero, sencillamente magistral.



Volavérunt
Antonio Larreta
Bibliotex. 2001
190 pág.
ISBN 9788481303445

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