Las damas del laboratorio. María José Casado

Cuando la experta en fósiles Mary Anning mostró a sus vecinos en los acantilados del sur de Inglaterra
el primer esqueleto de un ictiosaurio y luego el de un pterodáctilo, el reptil volador, no sólo desató la imaginación popular por estos gigantes de la prehistoria, sino que se convirtió en la gran proveedora de dinosaurios y fósiles de los museos británicos, que estudiaban fervientemente Cuvier y los naturalistas de entonces. 

Cien años antes, a principios del Siglo de las Luces, brillaba en la corte de Versalles y en los salones de París una dama distinguida de peluca empolvada que, entre bailes y galanteos, despachaba «el álgebra como quien lee una novela… y estaba por encima de los presumidos en imaginación y razón», como decía Voltaire de su amiga Émilie, marquesa de Châtelet. La que fue la amante del filósofo, además de escribir sus propias obras científicas, se encargó de hacer llegar a los matemáticos franceses desde Inglaterra la obra capital de la física, los Principia mathematica de Newton, traduciéndola y aportando sus anotaciones. 

Aunque Voltaire estaba encantado de la valía y singularidad de Émilie e incluso le confesaba: «Señora, habéis tomado un vuelo que no puedo seguir», no faltaron los celos que ella despertaba en otros contemporáneos, entre los que estaban desde el rey Federico II de Prusia hasta algunas «amigas» bienintencionadas, que intentaron acabar con una manía científica que para ella era una fuente de felicidad.

María José Casado, periodista con experiencia en proyectos de divulgación científica como la revista Muy Interesante, nos ofrece en esta obra una selección de biografías de científicas. A través de las biografiadas aborda el desarrollo científico y el contexto social en el que se desarrolla sin dejar de prestar atención a los valores personales de la protagonista como elementos de soporte u obstrucción de su formación y desarrollo científico-cultural. Desde Hipatia hasta Mary Leakey, pasando por Émile de Châtelet, Lise Meitner o María Andrea Casamayor.

Tal vez alguna de las protagonistas resulten desconocidas al lector, tal vez casi todas, no hay mayor termómetro de lo mucho que queda por hacer en favor de la igualdad que la ignorancia de su labor. Me incluyo desde luego, tras haber desaprendido mucho, más es lo que me (nos) queda por aprender.

Mi personaje favorito, totalmente desconocido para mi, es Mary Somerville. En realidad es Marie Curie, siempre me ha apasionado su vida y la he considerado una fuente de inspiración. Reformulando, el personaje que más me ha sorprendido y seducido, entre otras razones por mi total desconocimiento, es Mary Somerville. Polímata y matemática, introductora de Laplace en Inglaterra, y admirada por mi admirado Humboldt debido a su libro de geografía, me parecía imposible no conocerla ni siquiera haber oído hablar de ella. Así que le pedí a un amigo matemático que me contase algo de Somerville, --de quien-- fue la respuesta. Recurriendo al breve capítulo de esta dama de laboratorio que acababa de leer, le explique quien era y la previsible respuesta fue  --ni idea--.  Bueno, ¿me podrías contar algo de alguna matemática?, insistí. --Claro, de Hipatia, ¿has visto la peli?--. -- Si, y algo más moderno ---.  La verdad es que no conozco matemáticas, me refiero a mujeres.

Puede resultar una conversación algo tópica, pero tras continuar hablando de la película de Hipatia, su inicio tan google maps y cosas así me sorprendió una frase. Eso son cosas del rollo feminoideo, siempre os estáis quejando. Estábamos hablando de la película y sus efectos especiales, no de mujeres ni de igualdad. Retomaba el tema cuando solo había preguntado con curiosidad por mujeres matemáticas y me sorprendió su comentario. Consideré que no merecía respuesta, tal vez ese silencio fue una invitación a explicarme algo sin explicación. --Ya sabes, todo el día en la tele--. Asentí, y pregunté: --Y tus compañeras de clase en la universidad (aclaro, allá por los 90), ¿se quejaban mucho?. --No había chicas en clase, alguna en la facultad, solo coincidí con dos o tres en alguna asignatura. Ya sabes.-- Cambie de tema, los ya sabes me aburren. Las conversaciones hasta ese momento habían sido  interesantes pero tal vez "demasiada tele" recientemente interferían en él. 

Así que solo puedo asegurar que apagar la tele y acercarse a obras con Las damas del laboratorio en un buen experimento.




Las damas del laboratorio, mujeres científicas en la historia
María José Casado
Debate. 2006
296 pág
ISBN: 9788483066881

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