lentamente en unos casos y sincopadamente en otros, pero en un proceso ya irreversible hacia ese gran Madrid definido por Indalecio Prieto.
Esta entrada en la modernidad urbana es el resultado de tensiones y convivencias a veces paradójica. Por una parte, se producen en el interior del caso histórico remodelaciones, ampliaciones y demoliciones que responden todavía a los postulados reformistas de los técnicos municipales de los años sesenta del siglo anterior. Pero al mismo tiempo, la dinámica misma de la ciudad, su incesante crecimiento demográfico, una nueva estructura social y económica de capital moderan y una acusada vitalidad política y cultural provocarán el agotamiento teórico de aquellos postulados y requerirán de nuevos debates urbanísticos, protagonizados ahora, además de por los técnicos del ayuntamiento, por higienistas e ingenieros primero y, desde los años veinte, por arquitectos o urbanistas.
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