Ramón Carnicer publicó en 1964 este libro de viajes, retrato vívido de la pobreza y atraso de esta comarca de la que fue testigo. Cruzado el puente colgante sobre el Sil la narración camina desde el Puente de Domingo Flórez siguiendo la ribera del Cabreira. Mientras leo el inicio prometedor de un viaje en el tiempo, en una pausa viajo a través del Google Street y cruzo el puente. Camino a golpe de clic por el pueblo seguido por un todo terreno, los niños salen del cole chaqueta en mano y miran expectantes ese coche que lleva algo raro en el techo. Yo también lo he visto en la sombra que proyecta. Los tiempos han llevado la anhelada carretera a la región, la vida ha mejorado y la emigración sigue presente.
Cabreira no es ese sitio pobre que perdura desde los tiempos de Don Alfonso. Se ve limpio e industrioso por lo que regreso a la visita de Carnicer. Voy y vengo del texto a la pantalla, paso por Castroquilame y Pombreigo a vista de satélite mientras Carnicer me muestra una vida dura, pobre y estructurada. Desfilan ante mis ojos los sacerdotes, las maestras, los agricultores, asalariados camino de la mina, arrieros, el médico y los niños que miran sinceros la cámara fotográfica.
Descubro sacerdotes de nula vocación, maestros tan dedicados como desilusionados, jornadas laborales extenuantes que solo dan para enfermar y un indiano con su terno y reloj de oro materializa los sueños de los aldeanos.
Comentarios
Publicar un comentario
Comentarios